domingo, 30 de octubre de 2011

Música, maestro.



(Espero, algún día, tener esta conversación con alguno de mis futuros hijos)
-Echo de menos aquellos días.
-¿Qué días?
-Aquellos días, cuando era un chaval, en los que me juntaba con tres amigos y formamos un grupo.
-¿Tus comienzos en la música?
-Sí, mis comienzos. Eramos  tres de cuarto de Secundaria, aunque uno había repetido curso, y otro de tercero. Tenía 16 años, 15 cuando comencé.
-¿Tan pronto?
-Sí. Eramos cuatro: un guitarra, el más joven; un pianista, en cuya casa tenía mi batería escondida...
-¿Tu batería escondida?
-Sí. Mis padres no me dejaron comprar una. Decían que no era una inversión rentable. Pero no hice caso. Me compré una de segunda mano de 80 euros. Y como iba diciendo, en casa del pianista tenía mi batería y allí ensayábamos; un bajista, el mayor de todos; y yo a la batería.
-Erais un grupo completo.
-Sí. Eramos cuatro chavales que tocábamos música por afición, que soñábamos triunfar, que versionábamos a los Rolling Stones, The Beatles y Jerry Lee Lewis. Cuatro amigos chalados, pero ¿sabes qué?
-¿Qué?
-Que para mí aquellos tres tíos con los que tocaba eran para mí los mejores músicos que he conocido. Obviamente no le llegaban a la suela del zapato a Lennon o Hendrix, pero estoy muy orgulloso de haberles conocido, al menos sus espaldas. Mereció la pena juntarse cuatro en una terraza a tocar un puñado de canciones.


Canción XXVI:Australian Blonde: Chup chup