domingo, 13 de noviembre de 2011

Perdue à Paris. Capítulo 3.


"La nuit est arrivée" oyó decir a una familia. Levantó la vista al cielo, la noche cubría con un manto oscuro el firmamento parisino. La luna se asomaba junto a Nôtre Dame, se reflejaba en las aguas del Sena. Paseó por la Île de la Cité, hasta detenerse en una callejuela cercana a la catedral. Allí, un hombre barbudo y de mirada apenada tocaba el acordeón por unas monedas. No tocaba nada francés. Tocaba a Gardel. Se detuvo unos minutos para verle. Cuando se fue, se le oía tararear la melodía que escuchó. Le dieron hasta ganas de bailar una milonga en el Metro.
Pensó que ojalá viviese allí. Indefinidamente. Pensó también en aquella chica de ojos claros que conocía de su ciudad natal. Pensó que ojalá estuviese allí. Que ojalá la tuviese junto a él, para ver aquella ciudad, para perderse entre sus estrechas callejuelas, para ser el hombre que de verdad era. Pero ella no estaba. Ni siquiera sabía si se acordaría de él.

Canción XXVII:Carlos Gardel: Por una cabeza